El ruiponce, el pavo real y Rapunzel

Tengo dos lecturas sobre Rapunzel.

La historia sobre una madre que desea preservar a su hija de la crueldad e impureza del mundo y la historia de una mujer que se niega a envejecer e intenta guardar su juventud en lo alto de una torre.

La primera lectura es la más “aceptada” o la más común de este cuento. Pero, esta vez, me pregunto si Rapunzel no podrá ser la doble de su madrastra.

Trato de aferrarme a esta interpretación porque la presencia del doble es común en los cuentos de hadas y, de hecho, está presente en Rapunzel: su madre biológica es la buena y la hechicera que la rapta, la madre malvada. Una disociación que hacen los niños pequeños, según el psicoanálisis. En este caso, el binomio dominante es madre buena-madre mala, pero lo que yo propongo es juventud-vejez.

La madrastra de Rapunzel ha descubierto la fuente de la eterna juventud: guardar ésta en una torre para que nada la corrompa y, al contrario, continúe creciendo y floreciendo (una lectura que podríamos hacer del pelo de la muchacha, que no deja de crecer, símbolo también de sensualidad y lujuria); pero esto no es más que pura ilusión. Cuando la madrastra se entera de que Rapunzel ha estado viendo al príncipe y que ha violado su “pureza”, la destierra y le corta la cabellera, que sujeta a un gancho al lado de la única ventana para dejarla caer y, así, engañar al príncipe. Cuando éste sube, no encuentra a su joven y lozana esposa, sino a una vieja, y es tanta su impresión que cae desde lo alto de la torre y, de tan tremendo golpe, pierde la vista.

Desde hace algún tiempo creo que la idea de la pureza le ha hecho mucho daño al mundo. Una creencia de razas “puras” o de cuerpos puros puede fácilmente llevar a la discriminación y, en última instancia, hasta al genocidio. En este caso, la bruja aísla a una niña pequeña del mundo exterior para guarecerla del peligro. Una eterna inocente (un bebé “congelado en el tiempo”, como decíamos en la entrada acerca de Veva). Pero, a diferencia de Veva, la madrastra de Rapunzel no se resigna a que la chica crezca y se convierta en una mujer. La torre simboliza la “virtud”, la virginidad, y cuando ésta es hollada por el príncipe, una traición a la maternidad se lleva a cabo, además de cierta corrupción de la pureza. 

Sin embargo, no podemos culpar a la bruja. A cualquier madre le duele ver crecer a sus hijos y casi cualquier mujer madura desearía conservar su antigua belleza. Me parece que se ha perdido la compasión que despiertan los cuentos de hadas al leerlos tan literal y fríamente.

La Rapunzel que estoy comentando aquí es la del fantástico ilustrador Paul O. Zelinsky, quien, para el texto, conjuntó las versiones de este cuento de los Grimm con la que aparece en El pentamerón y, para la ilustración, tomó referencias del Renacimiento italiano. Me parece a mí que Zelinsky está fuertemente influenciado por el pintor flamenco Jan van Eyck, no solamente en el estilo sino también en recursos y símbolos. 

Es evidente la influencia entre el ilustrador y el pintor si observamos la escena en donde la madrastra de Rapunzel se entera del embarazo de ésta (con una elipsis deliciosa, además) y luego, observamos el cuadro Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa de Van Eyck. Es imposible olvidar el espejo convexo colgado al fondo que refleja a los Arnolfini de espaldas: un “ojo de bruja” utilizado comúnmente para ahuyentar la mala suerte y muy popular en la pintura flamenca. Un ojo de bruja se encuentra también sobre la mesa de la habitación en donde están Rapunzel y su madrastra cuando ésta se entera del embarazo de la muchacha y las refleja a las dos de abajo hacia arriba, lo cual, por cierto, vuelve más terrorífico el rostro de la hechicera.

Pero voy a arriesgarme con otra interpretación de las imágenes. Al estar inspirado en el Renacimiento italiano, podemos suponer que Zelinsky es fuertemente simbolista. Uno de los símbolos pictóricos, por así decirlo, que llamó mi atención fue el pavo real, que aparece sólo en las ilustraciones, no en el texto. Para investigar más sobre ello, leí un artículo de Esperanza Aragonés Estella titulado “Lucifer y el pavo real: un simbolismo coincidente en la pintura renacentista del norte de Europa”. Para la autora, el inicio de la representación de los diablos de piel azul se halla en la época bajomedieval, cuando, con este color, se buscaba diferenciar a los ángeles rebeldes caídos del paraíso de los querubines, que permanecieron fieles a Dios y a quienes se les otorgó una túnica roja. 

Poco a poco, Lucifer va ganando características de pavo real: además de su piel azul, tiene cresta coronada y alas oceladas, igual que esta ave. La simbología detrás de una representación así es, de acuerdo con Esperanza Aragonés, la siguiente: “De la misma manera que el pavo real es la más bella ave del Paraíso, Lucifer es el más bello de los ángeles, y ambos por su atractivo representan la vanidad y soberbia que provocaron la caída del diablo” (p. 3). De hecho, algunos elementos, como joyas o anillos que puede portar Lucifer en ciertas pinturas (como Lucifer en el panel de la Natividad en el retablo de Isenheim, de Matthias Grunewald, 1512-1516), son también símbolo de vanidad y soberbia, de acuerdo con Aragonés. 

Creo que lo que nos permite conectar a Lucifer vestido de pavo real con Rapunzel es tanto la belleza de ambos como el destierro del paraíso en donde los dos habitaban. Aunque es verdad que Rapunzel no es soberbia ni vanidosa ni se jacta de su belleza, en su torre no conoce dificultades: es un paraíso en donde, como he dicho, no hay lugar para la corrupción de la virtud, sin embargo, Rapunzel traiciona a “Dios”, es decir, a su madrastra, cuando conoce al príncipe y, tal como Lucifer con su soberbia, es desterrada. Adentrándonos más en esta interpretación, me parece significativo que el pavo real aparezca en las primeras páginas del libro, es decir, en una aldea desierta y en la escena en donde Rapunzel es apenas una niña y juega libremente en un arroyo. En esta misma escena, por cierto, Rapunzel está usando un vestido azul. Todo ello funciona como un presagio, ya que anuncia el destino que le espera a la muchacha en la torre.

Creo que he ido demasiado lejos, todavía no lo sé con seguridad. Para darles un poco de calma y demostrarles que aún tengo la cabeza sobre los hombros, permítanme decir otra interpretación de otro símbolo pictórico más aterrizada. Me refiero a las flores de rapónchigo, ruiponce o rapunzel. 

En esta versión, el padre de Rapunzel le roba a la hechicera (la futura madrastra) algunas flores de ruiponce de su jardín porque su mujer, embarazada, se muere del antojo. De ahí que la bruja lo descubra, rapte a Rapunzel y que suceda lo que ya todos sabemos. Estas flores, de color púrpura y forma de campanilla están presentes en la ilustración de forma más o menos evidente: en la torre, en el color púrpura del vestido de Rapunzel y en un collar que lleva en el cuello durante casi todo el cuento, si bien es más evidente en la escena donde el príncipe y ella se han comprometido. 

Sin embargo, hacia el final de la historia, cuando la muchacha y el príncipe se encuentran en medio de un campo agreste, Rapunzel ya no viste de púrpura, sino que lleva un vestido blanco. Ha renacido. Ya no es la niña pequeña de su malvada madrastra: está lista para una vida terrenal, con todos sus sinsabores, al lado del príncipe y de sus dos hijos. Y justo al final, cuando está establecida en su palacio, la nueva princesa se cubre con tonos más sobrios y con la capa verde del príncipe. Además, desde la ilustración en donde la bruja descubre el embarazo de la muchacha, esta se quita su collar de ruiponce, que permanece en la mesa, justo a un lado del ojo de bruja. A partir de esa escena y hasta el final del cuento, Rapunzel no volverá a usar ese accesorio. Se rompe el hechizo, la inocencia no existe más.

Creo que seguiré bajo el influjo de la Rapunzel de Zelinsky durante mucho tiempo. Me parece a mí que una buena parte del papel que juegan las ilustraciones en un texto es no solamente ampliar su sentido sino enriquecerlo. La mayoría de las interpretaciones sobre Rapunzel que he escrito en esta entrada han nacido gracias a la prodigiosa paleta de Zelinsky. Sin ella, creo que me hubiera quedado con las lecturas “de siempre”: la virginidad, la virtud, la corrupción. No son malas interpretaciones, pero siempre viene bien cierto aire fresco. 

Para preguntar en la librería:

Rapunzel [versión en inglés]

Paul O. Zelinsky (texto e ilustraciones)

Nueva York, Puffin Books, 2002

Y para el lector curioso:

Aragonés Estella, E. (2002). Lucifer y el pavo real: un simbolismo coincidente en la pintura renacentista del norte de Europa. Disponible en: https://www.academia.edu/42891900/Lucifer_y_el_pavo_real_un_simbolismo_coincidente_en_la_pintura_renacentista_del_norte_de_Europa_Lucifer_and_the_peacock_a_coincident_symbolism_in_Renaissance_painting_in_northern_Europe 

1 Comment

  1. ¡Wow! Genial texto. Creo que es la diferencia de un buen ilustrador, que se involucra en la historia y no se queda en plasmar lo que dice el texto sino en lo que no dice. Me parecieron muy acertadas las interpretaciones. Da mucho para pensar.

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