Algunas preguntas sobre libros álbum poéticos. Volumen I: Un lunes por la mañana

Una conferencia de Adolfo Córdova me hizo plantearme estas preguntas: ¿un libro álbum es o debe ser siempre narrativo? ¿No hay álbumes poéticos? Si los hay, ¿qué función cumple la imagen en este caso?

En términos sencillos, en un libro álbum narrativo, texto e imagen se complementan. Si sólo ves las imágenes o si sólo lees el texto, no comprendes la historia en su totalidad. O, en palabras de Uri Shulevitz, “un libro álbum no se puede contar por teléfono” (tan indispensables son las imágenes).

Dado que las preguntas que me planteo no son tan simples, me propuse responderlas poco a poco, con varias entradas en donde hablaré de libros álbum poéticos (porque de haberlos, los hay). Esta es la primera de ellas, justamente sobre un libro de Uri Shulevitz, Un lunes por la mañana.

El texto de este libro álbum está basado en la canción tradicional francesa “Lundi matin”, “Lunes por la mañana”, que se usa para enseñarles a los niños los días de la semana. La canción dice así:

El lunes por la mañana

El emperador, su mujer, y el principito

Vinieron a mi casa

Para saludar

Pero como me había ido

El principito dijo

Pues es así

Volveremos el martes.

El martes por la mañana

El emperador, su mujer, y el principito

Vinieron a mi casa

Para saludar

Pero como me había ido

El principito dijo

Pues es así

Volveremos el miércoles.

El miércoles por la mañana

El emperador, su mujer, y el principito

Vinieron a mi casa

Para saludar

Pero como me había ido

El principito dijo

Pues es así

Volveremos el jueves.

El jueves por la mañana

El emperador, su mujer, y el principito

Vinieron a mi casa

Para saludar

Pero como me había ido

El principito dijo

Pues es así

Volveremos el viernes.

El viernes por la mañana

El emperador, su mujer, y el principito

Vinieron a mi casa

Para saludar

Pero como me había ido

El principito dijo

Pues es así

Volveremos el sábado.

El sábado por la mañana

El emperador, su mujer, y el principito

Vinieron a mi casa

Para saludar

Pero como me había ido

El principito dijo

Pues es así

Volveremos el domingo.

El domingo por la mañana

El emperador, su mujer, y el principito

Vinieron a mi casa

Para saludar

Pero como me había ido

El principito dijo

Pues ya no está

No volveremos jamás.

La canción original tiene una finalidad evidentemente pedagógica. La repetición de la misma fórmula permite a los niños o a sus madres cantarla una y otra vez hasta que se les queden los días de la semana. Algo parecido sucede con las canciones con las que yo crecí (en gran medida, gracias a Tatiana, la reina de los niños) y a las que recurro hasta la fecha, como “Brinca la tablita”: 

Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis

Seis y dos son ocho y ocho, dieciséis

Y ocho, veinticuatro y ocho, treinta y dos

Ánimas benditas, me arrodillo yo.

La versión de Uri Shulevitz no es exactamente igual a la canción tradicional, pues el autor juega con la repetición y la acumulación, dos elementos típicos de las canciones populares infantiles. A la visita del rey, la reina y el principito se van sumando, cada día, el caballero, el guardia real, el cocinero real, el peluquero real, el bufón real y hasta un perrito. Estas repeticiones le dan un toque de humor al texto, pues se va haciendo cada vez más evidente que la comitiva es tan grande que no cabe en las escaleras del estrecho edificio donde vive el protagonista.

Ilustración de Uri Shulevitz en «Un lunes por la mañana»

A la vez, la repetición del mismo suceso (el que los monarcas y su séquito lleguen y no encuentren al protagonista) anticipa la sorpresa del niño, que poco a poco va aprendiendo los días de la semana y se pregunta qué pasará el domingo, el último día. ¿Encontrarán al protagonista? ¿Y para qué lo buscan?

De esta manera, Uri Shulevitz agrega seguridad (con la repetición) y sorpresa (con cada invitado que se va sumando y con la expectativa del final), lo cual recuerda al proceso de exploración del mundo frente a la permanencia en la zona de confort del niño, en donde, poco a poco, vamos introduciendo cosas nuevas en su mundo, bien conocido, seguro y confortable, para contribuir a su independencia.

Si el niño a quien buscan el rey, la reina y el principito no estaba en casa, ¿en dónde estaba? Pareciera que el autor se preguntó eso para imaginar la ilustración del libro, pues esta llena los espacios vacíos del texto, que, como son tan amplios, se pueden rellenar con casi cualquier cosa (siempre que se respete una lógica interna, claro). En la versión de “Lundi matin” de Shulevitz, el niño no estaba en casa porque tenía que trabajar. Cada día vemos una parte de la rutina de este: el lunes toma el autobús, el martes va en el metro, el miércoles está esperando el ciclo de lavado en una lavandería, el miércoles corre empujando un carrito de compras que quizá le haya encargado alguien más… Una rutina larga y cansada que, se presume, sucede igual todos los días. Entonces, aquí el autor nos tiene otra sorpresa, pues gracias a este relleno de los espacios vacíos, el sentido del texto se hace más amplio e, incluso, se oscurece un poco, pues para todos es natural que un niño tan pequeño no debería trabajar ni tener una rutina tan ocupada como la de cualquier adulto.

Ilustración de Uri Shulevitz en «Un lunes por la mañana»

La crudeza de los colores del paisaje (grises, marrones, verdes) contrastan fuertemente con los colores del rey, la reina, el principito, el caballero, el guardia real, el cocinero real, el peluquero real y el bufón real: todos van vestidos con colores vivos: amarillo, azul, rosa, púrpura. La corte real no pertenece a tal paisaje; se encuentra muy lejos de su palacio. De hecho, podríamos pensar, dado el descuido de la zona, que están en la periferia del reino. ¿Qué hacen visitando al niño?

A diferencia de la canción tradicional, Un lunes por la mañana termina así:

El domingo por la mañana, el rey, la reina,

el principito, el caballero, el guardia real,

el cocinero real,

el peluquero real,

el bufón real

y un perrito

vinieron a visitarme.

Y yo sí estaba en casa.

Así que el principito dijo:

–Pasábamos por aquí y subimos a saludarte.

Shulevitz, 2017.

Lo que podría quedarse como una narración absurda, nacida de la tierna imaginación del niño, toma un cariz distinto gracias, nuevamente, a las imágenes. Después de aquella escena, volvemos la página y nos encontramos al protagonista jugando con unas cartas de póker que muestran a la J, Q y K (los dos reyes y la reina) y al joker o comodín. El pequeño tiene una carta en la mano y está frente a un muñeco sospechosamente parecido al peluquero real. Y al lado de este hay un cuadro de un perrito.

Ilustración de Uri Shulevitz en «Un lunes por la mañana»

La corte real “visita” al niño en el juego que este desarrolla para ser ese pequeño rincón de su mente en donde, en medio de tantas ocupaciones, puede relajarse e imaginar los mundos y escenarios que quiera. Así, Un lunes por la mañana le da al lector una esperanza ante la tristeza que rodea al pequeño, que, gracias al juego, escapa de su realidad.

Entonces, en un álbum poético, ¿qué función cumple la imagen? En este caso, creo que se demuestra plenamente que cumple la misma que en un álbum narrativo: el de complementar el texto. Sin las imágenes, Un lunes por la mañana se limitaría a reescribir la canción tradicional francesa sin añadirle mucho más que los personajes de la corte y el final. Pero es gracias a las imágenes que, como ya dije, el sentido y la profundidad de la obra se amplía hasta tratar temas sumamente delicados: el trabajo infantil, la pobreza, la marginación y el consuelo que nos proporcionan las historias inventadas y la imaginación.

Este mismo consuelo y seguridad es el que proporcionan las canciones tradicionales, las rondas y los arrullos para bebés. El niño, al repetirlos, sabe lo que va a ocurrir y por eso no tiene miedo. Si lo tuviera, lo único que tiene que hacer es decir los versos de la canción en voz alta, una y otra vez. 

Lo más importante es reconocer que estos niños cantores de rondas y repetidores de versos existen y necesitan libros, literatura y arte para sentirse protegidos. El propio Uri Shulevitz fue uno de ellos, cuando tenía cuatro años y las bombas alemanas estallaron en su ciudad, Warsaw, en Polonia. 

Para preguntar en la librería:

Un lunes por la mañana

Uri Shulevitz (texto e ilustraciones)

México, FCE, 2017.

Y para el lector curioso:

Uri Shulevitz on Memoir and Memories (publishersweekly.com) 

1 Comment

  1. ¡Wow! ¡Qué libro tan interesante! Muestra muchos temas complejos como es el trabajo infantil pero aún así esperanzador. Pienso que en muchos casos, la ilustración enriquece al texto como en éste caso. Pero siempre debe de ser cuidadoso con la historia, ya que el crear o imaginar personajes tú mismo, le da una intimidad más al libro.

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