Primera parte. ¿Qué es una novela juvenil?
De pronto suelo leer libros que mueven cosas dentro de mí. Esta vez leí Los invictos, una novela de William Faulkner dirigida, aparentemente, al público joven.
Dice Marina Colasanti (2004) que el público joven es difícil de identificar porque el rango de edad no está tan claramente definido como el del público infantil. Pero algo que me parece más interesante es el otro concepto que introduce la autora sobre la literatura juvenil: “el de un lector joven no por edad o crecimiento, sino en relación con su propio proceso de lectura” (p. 15). Es decir, entonces, que un adulto puede ser un lector joven según lo que haya leído (y yo me atrevería a sugerir, también, que un lector es joven de acuerdo a cómo haya realizado sus lecturas) a lo largo de su vida.
Es natural pasar por un proceso de maduración lectora. Yo recuerdo haber madurado en mi comprensión y sensibilidad lectoras hasta que entré a la universidad, pero aun ahora me siento como una niña pequeña cuando leo a ciertos grandes autores, como Shakespeare, cuyas obras puedo leer comprendiendo todas las palabras pero con una sensación de que algo esencial se me escapa. Por supuesto, “los libros difíciles tienen la piedad de mostrarnos cuánto nos falta” (Guillermo Martínez, citado en Andruetto, 2016, p. 87).
Lo mismo me sucede con William Faulkner; por eso me sorprendí cuando encontré su novela Los invictos editada como literatura juvenil, en una vieja edición de la colección Club Joven Bruguera. Así que decidí “poner de cabeza” ese libro y preguntarme: ¿escribió William Faulkner una novela juvenil? A primera vista, podría decirse que no. Es decir, no creo que la intención inicial del autor de El ruido y la furia haya sido escribir con el escurridizo público joven en mente; más bien, la presentación de Los invictos como novela juvenil parece una decisión editorial, pero ¿es una buena decisión? Vamos a ver.
Los invictos se sitúa en el siglo XIX estadounidense, en plena Guerra de Secesión, y cuenta parte de la historia de la familia Sartoris (contada ya en Sartoris, publicada antes que Los invictos). Esta historia es narrada por Bayard, el hijo del general John Sartoris. Bayard tiene quince años cuando empieza la novela y veinticuatro cuando finaliza, igual que Ringo, su mejor amigo, quien es también un esclavo negro de la hacienda de su familia. A pesar de ello, Bayard y Ringo se crían como si fueran hermanos y son muy unidos, al menos durante la primera mitad de Los invictos.
Entonces, ¿qué hay en Los invictos que pueda ser de interés para los jóvenes? Dos cosas muy evidentes: la edad (o quizá podríamos decir las edades) de Bayard y de Ringo y la amistad entre éstos cuando son adolescentes. Típicamente, se piensa que las novelas juveniles tienen como característica principal el ser protagonizadas por personajes de la misma edad del público al que se dirigen. Además, otras novelas consideradas juveniles presentan una amistad muy fuerte entre dos o más personajes (Tom Sawyer, por ejemplo), ya que es en la adolescencia cuando empezamos a relacionarnos con personas o grupos de personas para tener cierto sentido de pertenencia o para, como también dice Marina Colasanti, construir una tribu con símbolos y lenguajes propios.
El maestro Pedro Cerrillo (2015) señala otras características de la literatura dirigida a los jóvenes, por ejemplo, “los personajes adultos intervinientes suelen tener dificultades o sufrir problemas; complicidad con los más desfavorecidos; […] y una cierta preferencia por las aventuras, la fantasía y el amor” (p. 215). Es notable la ausencia, la vacilación y, hasta cierto punto, la ineptitud de algunos adultos de Los invictos, sobre todo de Yaya, la abuela materna de Bayard, quien, aunque al principio de la novela esconde a su nieto y a Ringo de los generales del ejército cuando parece que los chicos le han disparado a un soldado, hacia el final de la novela tiene muchas dudas sobre la compra y venta de mulas que realiza ilegalmente, asesorada por Ringo. Sin embargo, quizá la ausencia más notable sea la de John Sartoris, el padre de Bayard, quien se encuentra luchando en el bando de los confederados y aparece muy pocas veces en la novela. Además, cuando aparece es sólo para confrontar a los chicos sobre su valentía en la guerra o bien, para exigirles cosas que no van de acuerdo con su edad.
La empatía con los más desfavorecidos es evidente en la relación entre Ringo, un chico negro, y Bayard, un chico blanco, hijo de un militar; esta relación se encuentra enmarcada, por si fuera poco, en la Guerra de Secesión de los Estados Unidos. No obstante, a lo largo de la narración, ambos muchachos parecen estar ajenos a estas supuestas diferencias étnicas y crecen como si fueran hermanos; incluso cuando Ringo dice que “ya no es negro” (es decir, que ya es libre) sigue luchando junto a la familia Sartoris y acompañándola en momentos difíciles.
Por último, las preferencias por las aventuras también se notan en Los invictos, esta novela dirigida, accidentalmente, a los jóvenes. Como he dicho, Bayard y Ringo son muy jóvenes al inicio de la novela y, aun así, corren “aventuras” durante la guerra. Esas aventuras son, por ejemplo, intentar matar a un soldado o, en el caso de Bayard, vengar al asesino de Yaya y al de su padre. Pero no sólo eso, sino también apropiarse de mulas (a veces, de las propias mulas del ejército) para revenderlas y así, poder volver a construir la casa de la familia, que fue quemada por los esclavos negros. Son significativos estos pensamientos de Bayard, que ilustran las fronteras borrosas entre una etapa de la vida y otra:
Hay un límite para lo que un muchacho puede aceptar y asimilar; no para lo que puede creer, porque un muchacho puede creer cualquier cosa si se le da tiempo, sino para lo que puede aceptar, un límite en el tiempo, en ese mismo tiempo en que alimenta la fe en lo increíble. Y yo seguía siendo un niño en el instante en que mi caballo y el de padre pasaron por encima de la colina y parecieron dejar de galopar, y flotar, colgar suspendidos en una sola dimensión sin tiempo, mientras padre sujetaba por las riendas a mi caballo con una mano y oía al animal medio ciego de Ringo irrumpiendo y tropezando entre los árboles a nuestra derecha y a Ringo chillando […]
Faulkner, 1981, p. 140
Cuando estaba investigando para esta entrada, me pregunté si Los invictos habría sido editada como novela juvenil en años más recientes (el ejemplar que yo leí, de la colección Club Joven Bruguera, es de 1981) y, aunque no encontré un ejemplar más moderno editado como tal, sí encontré algunas portadas que presentan esta novela de Faulkner como novela de aventuras e, incluso, como novela de vaqueros; son ejemplos de ello la edición de Random House, de 1975, y la de Luis de Caralt de 1956.
Los invictos, editada por Luis de Caralt y por Random House, respectivamente.
La editorial Edaf publicó Los invictos en 2011, sin embargo, en esa edición no observé ninguna marca que indicara que la novela estaba dirigida al público joven o adolescente. Ello sugiere que quizá esta obra ya no se lee con el mismo sentido crítico; tal vez ya no se considera Los invictos como novela juvenil, como sí la consideraba en 1981 la editorial Bruguera, e incluso Random House y la editorial Luis de Caralt en años muy anteriores a la década de los 80.
Entonces, ¿ya no creemos que sea adecuado que los jóvenes lean Los invictos? A pesar de las características de novela juvenil que encontramos en esta obra, hay que señalar que William Faulkner no sacrifica su estilo pensando en lectores quizá inexpertos, pues, al igual que en sus otras obras El ruido y la furia o Mientras agonizo, en Los invictos hay figuras como monólogo interior y elipsis, la cual suele utilizar el autor cuando ocurren hechos importantes o dramáticos, como la muerte de un personaje o cuando un personaje se encuentra ante una encrucijada. A ello se suma el contexto histórico en el que se desarrolla la novela, la Guerra de Secesión, que no todos los lectores conocen. Considerando lo anterior, podríamos pensar que la lectura de Los invictos puede resultar difícil para un lector joven o adolescente, pero ¿es verdaderamente así? ¿No hay posibilidades para un adolescente que quiera acercarse a William Faulkner? Intentaré responder esta pregunta en la siguiente entrada.
Para preguntar en la librería:
Los invictos
William Faulkner (texto) & Blanca López (ilustraciones)
Barcelona, Bruguera, 1981.
Y para el lector curioso:
Andruetto, M. T. (2016). La lectura, otra revolución. México: Fondo de Cultura Económica.
Cerrillo, P. (2015). Sobre la literatura juvenil. Verba Hispanica, 23(1), 211-228.
Colasanti, M. (2004). Una edad a flor de piel. México: Conaculta.
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